LA VIUDA POBRE (Mc 12, 41-44)… la pequeñez como bendición

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Mosaico a Sant'Apollinare Nuovo, Ravenna

 

Los textos que publicamos están tomados de la relación que la Hna. Simona Brambilla, M.C., Prefecta de nuestro Dicasterio, presentó a la Conferencia Polaca de Superiores Mayores en septiembre de 2024. 

A través de cuatro iconos bíblicos, se esbozan los desafíos que la vida consagrada está llamada a vivir hoy. 

 

3. LA VIUDA POBRE (Mc 12, 41-44)… la pequeñez como bendición

En la vida consagrada, la crisis aguda provocada por la disminución numérica y de fuerzas se vive a menudo como algo negativo, algo que no funciona, que suscita dudas, perplejidad, malestar. La “mentalidad de la sustitución” sigue costándole dar paso a la acogida de la pequeñez como bendición, al “cambio de rumbo”, a la libertad de ciertas geometrías, geografías, esquemas y medidas que hoy no ayudan a la fecundida del Carisma. En este tercer cuadro nos dejaremos iluminar por el personaje de la viuda pobre, en el Evangelio de Marcos. 

Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir» (Mc 12, 41-44)

La imagen evangélica de la viuda pobre puede eficazmente convertirse en un bendecido icono de nuestro camino de mujeres y hombres cristianos, de consagradas y consagrados, y de Institutos que, en la pequeñez, en la humildad, en la esencialidad y en la libertad de la entrega de todo a Dios encuentran la alegría y la fecundidad misionera. 

Necesitamos dejar que Él convierta nuestra mirada y la haga un poco más como la suya, capaz de interceptar inmediatamente el poder irresistible y humildísimo, noble y gratuito de la viuda pobre que echa toda su vida en el tesoro, que pertenece totalmente a Dios. Sí, las bellas piedras y las grandes construcciones caerán, la viuda pobre en cambio entrará en el Evangelio, se convertirá en Evangelio.