Vivir la comunión para la misión
Ha tenido lugar, del 20 al 22 de noviembre de 2024, la 102ª Asamblea de la USG (Unión de Superiores Generales) en la Fraterna Domus de Sacrofano. «La vida consagrada sinodal misionera» ha sido el tema de los tres días de encuentro, que se organizó en diferentes momentos: desde la escucha de la experiencia de los cinco representantes presentes en el Sínodo, pasando por el compartir, para llegar a la reflexión sobre el Jubileo 2025 que está a punto de comenzar.
Durante la Asamblea, nuestro Dicasterio quiso ser presencia de comunión el día 21 de noviembre, a través de la participación de los Subsecretarios Hna. Carmen Ros, NSC, y P. Aitor Jiménez, CMF, y de la Jefa de Sección Daniela Leggio, y el 22 de noviembre, a través de la presencia del Card. João Braz de Aviz y la Hna. Simona Brambilla, MC, respectivamente Prefecto y Secretario del Dicasterio.
En su reflexión, el Cardenal De Aviz recordó que en el misterio de la Trinidad está el fundamento de la comunión eclesial y de las relaciones fecundas. Puso de relive que «tenemos que dejarnos iluminar por estas relaciones que se dan entre las Tres Personas Divinas, Padre, Hijo y Espíritu Santo». En la unidad, en la comunión, hay espacio para acoger y respetar la diversidad y la especificidad de cada persona. En el testimonio de una fraternidad auténticamente vivida, la vida consagrada puede ser una luz de esperanza para el mundo.
Es necesaria, por tanto, una conversión de las relaciones y de los procesos para ser verdaderos discípulos misioneros, subrayó la Hna. Simona Brambilla, MC, invitando a los presentes a reflexionar sobre cómo la escucha y la acogida del Espíritu Santo pueden ayudar a vivir una vida de comunión. A continuación, la Hna. Simona se detuvo en la siembra y la cosecha como «dos paradigmas inclusivos y complementarios de la misión», destacando cómo el camino de una Iglesia sinodal en misión puede inspirarse «en la interacción fecunda de estos dos movimientos». Cada uno está llamado a sembrar, pero también a cosechar lo que Dios ha sembrado. «El paradigma de la cosecha abre la misión a la dimensión de la receptividad –que se manifiesta también en una mirada contemplativa y en una escucha activa, humilde y profunda– que nos llama a discernir, reconocer, celebrar y cosechar con alegría los dones que Dios ya ha sembrado a manos llenas más allá de todas las fronteras geográficas, culturales, étnicas, sociales, mentales y religiosas».