EL FUEGO DE LAS BRASAS (Jn 21,9-14) … el fuego de la caridad entre nosotros

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Los textos que publicamos están tomados de la relación que la Hna. Simona Brambilla, M.C., Secretario de nuestro Dicasterio, presentó a la Conferencia Polaca de Superiores Mayores en septiembre de 2024. 

A través de cuatro iconos bíblicos, se esbozan los desafíos que la vida consagrada está llamada a vivir hoy.

 

1. EL FUEGO DE LAS BRASAS (Jn 21,9-14) … el fuego de la caridad entre nosotros

Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar». Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: «Vengan a comer». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres», porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos. (Jn 21,9-14)

El fuego de las brasas es el fuego «del hogar», de la familia. Es el fuego de la caridad entre nosotros, de la fraternidad/hermandad, del calor de los vínculos fuertes y delicados que encienden el corazón y lo abren a la experiencia del amor de Dios, de la cercanía del Señor. ¡Cuántas veces, escuchando a consagrados y consagradas, dialogando juntos, surge, fuerte y profundo, el deseo y la necesidad de crecer tejiendo lazos de este tipo, lazos de fuego, que se alimentan de caridad, bendición, benevolencia, cuidado, delicadeza, atención, respeto! ¡ Cuánto anhelamos el fuego de las brasas! [...]

Jesús encendiendo y atizando el fuego de las brasas y preparando la comida para los suyos: espléndida imagen del servicio de la autoridad, es decir, de quien cuida y alimenta el crecimiento de sus hermanos y hermanas. La palabra deriva del latín auctoritas, del verbo augere «hacer crecer». Inevitable es la relación que a través de la raíz común une a esta palabra con «autor». También en este caso la referencia principal es con el latín. Y entre los varios significados de la palabra latina auctor, además de «el que hace crecer», está «procurar éxito» o «conducir a un resultado feliz y próspero»1. La autoridad despliega su propio sentido en el servicio humilde al «éxito» del otro/a, o sea a su crecimiento y a su “éxito feliz” como persona humana, como cristiano/a, como consagrado/a, como persona llamada al Amor. [...]

Nuestra identidad vocacional está arraigada en el humus cálido y fecundo de la fraternidad/hermandad; la fraternidad/hermandad que nos une más allá de toda frontera, la fraternidad/hermandad en humanidad y la fraternidad/hermandad en Cristo, en torno al mismo Fuego de brasas. Redescubramos la fragancia, el sabor, el calor, la armonía, la caricia de la fraternidad/hermandad! ¡Todos lo necesitamos!



 1Cfr. P. Fallai, «Autorità»: tutti i segreti di una parola antica che ha tanti significati, 20 novembre 2020, https://www.corriere.it/scuola/20_novembre_25/autorita-tutti-segreti-una-parola-antica-che-ha-tanti-significati-70af4e26-2cde-11eb-a006-0b5f9624cb77.shtml